Los mayores regalos de este verano tan difÃcil han sido sencillamente las almas entrañables que se han acercado; hombres y mujeres de corazón tan sencillo y puro que su sola presencia reconfortaba. Todo mereció la pena. VolverÃamos a atravesar esa ducha de reprimendas padecidas, en tanto en cuanto organización en tiempos de COVID, si al final de la prueba se encontraran las sonrisas de todas esas almas hermanas que en este verano hemos reconocido. Luces y sombras acuden todas raudas a este instante profetizado, sus valedores con ellas. Los tiempos más difÃciles son también los de los redescubrimientos. En este verano singular y severo hemos descubierto que somos cada dÃa más los que nos reconocemos en la sonrisa, en la determinación, en el coraje para trabajar y entregar, que asoma tras la mascarilla. No la juzgamos. La careta no nos ha impedido recordarnos. En medio de las circunstancias difÃciles nos hemos reencontrado. Las crisis nos redescubren. Ahora sabemos que somos alma grupal, con una vocación definida, el servicio; con un lenguaje, la alegrÃa y el entusiasmo; con un propósito, servir a una Trama de Amor y de Luz que nos desborda y de la que aún tan poco sabemos. No son mensajes que nos sobresaltan con su pitido; no son listado de anónimos números de teléfono…; tienen ya mirada, alma y recuerdo compartido. Son los hermanos y hermanas con las que nos citamos para crear la Nueva Tierra, somos la alianza sin fronteras con desbordado anhelo de sumar nuevos corazones. Suena la música de la danza circular y nos damos la mano. Por más que debamos esconder la cara, negarnos el rostro, nos seguiremos buscando. Estamos creando la más ancha familia planetaria de todos los tiempos. ¡Gloria a Quien los hombres y mujeres distintos llamamos con distintos nombres! Todo será en cÃrculo, en compartir y cooperar. Nuevos estÃos, sumarán nuevos hermanos a la lista de contactos. No callará la plegaria. No se detendrá jamás la danza… |
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